lunes, 13 de octubre de 2008

mi reino por una botella (Carrera San Nicasio)




Allá en el otro lado del mundo, está Leganés. Al menos así pensaba yo cuando era pequeña. A través de una camioneta verde recorría la distancia que separaba el barrio que me vió nacer de aquella ciudad dormitorio precursora de los spanish malls de extrarradio. Recuerdos de teenager perdidos entre Mc Fritos, pequeños actos delictivos perpetrados en comercios y besos furtivos en discotecas light de poca monta. Cuantos kilómetros recorridos desde entonces y los que me quedan por delante.

Ayer volvimos a Leganés, aunque con más años y menos inocencia. Un 10K en honor a San Nicasio, que obvio que debio ser un santo, aunque desconozco su obra y milagros.

Las 3 hermanas juntas de nuevo.

La noche previa a la Carrera y por motivos festivo-familiares, decidí pasar la noche en casa de Eva Whitetower. Al no disponer de mi kit de corredora, fuí de prestado de arriba a abajo, zapatillas incluidas. Pese a que no calzamos el mismo número, me prestó un par que le van holgadas. Parecía que se ajustaban sin problemas. Perfecto.

Llegamos a los alrededores de la Carrera pronto para recoger los dorsales. Nada de chips. Se trata de una carrera gratuita, hay que recortar presupuesto. Tras calentar y estirar un poco, esperamos pacientemente a que diera comienzo el espectáculo. En la línea de salida, entre risas comentamos la concentración de efluvios altamente desagradables que llegaban a nuestras narices un tanto resfriadas. Teorías variopintas al respecto; quizá sea una cuestión de practicidad, total, uno va a acabar en un rato sudando o producto de esta psicosis colectiva que nos azota en los últimos tiempos con el aprovechamiento del agua. Y reitero lo del aprovechamiento, que no es lo mismo que el racaneo miserable de botellas que sufrimos en la Carrera. Había que ganárselas con esfuerzo y sufrimiento, así que los primeros disfrutaron de su pequeña ración de líquido mientras los más rezagados sólo pudimos ver el reguero de plásticos que dejaron a su paso. A puntito estuve de agacharme y mendigar algún culo que ví triste y solitario; al mismo tiempo mi boca se asemejaba por momentos a una suela de alpargata. Jadeando, hiperventilando y con las puntas de los pies resentidas como una geisha, llegué a meta en 58' no sin una buena dosis de sufrimiento. Pilar Whitetower decidió apearse en el km 4,5 y Eva Whitetower remató el recorrido en 1h 2’.

7 botellas de agua después y lejos ya de la nube de sudores varios que toda carrera que se precie deja en el aire, disfrutamos de la satisfacción de nuestra hazaña dominguera...

...y entonces empezó a chispear, que gustito de agua!!