lunes, 28 de diciembre de 2009

Planeta silvestre




Hay proezas difíciles de superar, uno sabe la dificultad que entraña bajar de 50' un 10K, saberse manejar en las procelosas relaciones humanas, no sucumbir ante los encantos de un solomillo vacuno, o como yo, escribir dos post en apenas una semana.
La soledad nocturna ocasional y los días vacacionales propician este hecho histórico en el whitetower blog de mi corazón.

A 3 días del circo sansilvestreño y en el que una servidora no participará, para guiar el carromato a otros parajes más agrestes, conviene recordar que la San Silvestre como las madres, según el mazas de Nadal, hay más de una, e incluso si me apuran, más pintorescas y menos mediáticas que la hermana tragaldabas que acoge a las 30.000 ovejas rosadas que este año, y sin campaña publicitaria mediante, triscarán por las calles de nuestra querida ciudad.

Carmencita Whitetower, presente en el Valmojado asilvestrado, ese oh, gran desconocido.

Tras la recogida previa de panfletos anunciativos en otros encuentros populares, las localidades atraen a los corredores como la miel a las moscas, ofertando menús de turistas a precio de saldo, cerámicas autóctonas de gran stock, o enormes pancartas del Manolo´s Market del pueblo. Todo es insuficiente para cautivar al runner, ávido de nuevas bolsas del corredor que ofrezcan algo más que revenidas barritas energéticas. En el todo vale de este deporte circense, cada cual que se venda al mejor póstor y obsequio. Siempre nos quedará la esperanza que nos regalen (someday) el DVD remasterizado de Carrie o en su defecto, el Vengador Tóxico versión Redux.

Y en Valmojado nos sentimos obsequiados, una carrera gratuita cuya recompensa tras un tortuoso recorrido plagadito de cuestas y de señoras saludantes con bata de franela rosa (aquí mi reverencia a una entregada cheerleader toledana), cuya recompensa decía, fue plenamente satisfecha con una black t-shirt de última generación tecnológica. El algodón parafraseando a Chema, pasó a mejor vida. Y no sin antes chupar (2º acepción) una cola del copón bendito para engrosar mi fondo de armario o el último cajón multicolor a lo United Colours en mi caso particular.

A los Randolph Hearsts de la comunicación impresa deportiva, o lo que es lo mismo, el equipo de la revista Planeta Running, dedico las penúltimas líneas de mi crónica; BASTA YA de esta distribución masiva de números en excedente, y espero no volver a recoger un ejemplar más de esta revista de andar por casa, con el peor material gráfico editado jamás y una jeta de aquí a Valmojado por el mal gusto y la obviedad en los temas tratados en su interior.

A los demás, os deseo una feliz SanSil y tratad de mantener sanos y salvos vuestros pies, que serán con toda seguridad maltratados en la locura deportiva popular por excelencia.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Le Chrònique du Aranjòise



Con un retraso de 5 días (para escribir la crónica, clarifico) debido a una ajetreada semana laboral, me dispongo a ello, con escasas ganas y ya pensando en hincar el diente a algún tímido langostino al que limpiar el bigote.

Y porque después de tanta carrera, me siento como Jack Nicholson frente a su máquina de escribir repitiendo sin parar aquello de All work and no play makes Jack a dull boy en original version, sustituída en nuestro país por aquello de No por mucho madrugar amanece más temprano.
Qué jornada la del domingo en Aranjóise, un soleado día que escondía engañosamente gélidas temperaturas. Apenas pisé el terreno y noté como mi ultrasensible piel cristalizaba con el simple contacto del aire y la nariz sufría dolores agudos en cada respiración. Un frío que apenas te deja pensar.

Sin embargo, pensé y pensé. Y sobre estas reflexiones en movimiento me permito hacer un breve apunte. Fiestas por Carreras. Carreras por fiestas. Viva la France, la fête y el plaisir.
Muchos de mis pensamientos aludieron a motivos extradeportivos, y dado el tono afrancesado del título y el párrafo anterior, dedico mi pequeña victoria, (cada carrera siempre es un logro personal), a una buena amiga que deja esta ciudad por otra, la llamada ciudad del amor, a atiborrarse de croissants de mantequillé y a leer a Rimbaud en la orilla del Sena.

A la señorita Watanabe, dedico mi dispersa crónica y mis pensamientos de la misma, mientras pisaba los Jardines de Aranjóise y farfullaba a duras penas una casi inexistente conversación con mi compañero de fatigas. A ella van los 53’ de agonía y duro esfuerzo, recompensado con una loable bolsa del corredor que incluía entre otras maravillas, una estupenda camiseta técnica de azules mangas, una horrenda braga con una bonita estampa sobreimpresa de Aranjòise, conchas de chocolate, zumos variados y las sempiternas cápsulas de glucosa que jamás soy capaz de ingerir.

Mis mejores deseos para ti, querida artista, ojalá tu estancia sea de color de rosa, sin que jamás pases las penurias del cuore de la pobre Piaf.

Para los demás, cambiad just for one day que decía Bowie, la dieta hiperproteínica habitual del runner de raza, por los empachosos mantecados y las peladillas rompemuelas.

... y mañana a sudar, a sudar....