
Leía recientemente en una de esas revistas para mujeres un artículo en el que una Pitita Ridruejo cualquiera repartía sabios consejos para paliar la crisis; véase entre otros, reducir el número de musts de la temporada por aquellos que sólo sean imprescindibles, eso sí, sin salir de Ortega y Gasset (la calle, evidentemente) o el Callejón de Jorge Juan. Olvídate de cerrar el grifo del agua cuando nos enjuagamos la boca al cepillarnos los dientes o aprovechar el pollo del cocido para reconvertirlo en croquetas.
A ésto lo llamo yo apego a la realidad.
Sin embargo, hubo un consejo que me llamó poderosamente la atención; Pitita recomendaba dejar el gimnasio fashion de Serrano y optar por el running para llegar a fin de mes, ya que se trata, según esta fulana, de un deporte sano y económico, fácil de practicar en cualquier lugar y ocasión. Basta un par de zapatillas, un parque cercano o el duro asfalto de la ciudad.
No pude evitar soltar una pequeña carcajada, pues si una de mis premisas iniciales para dedicarme al running fue una cuestión de peso, (a día de hoy pendiente de resolver, pero esto será otro desdichado capítulo), quizás la cuestión económica sin llegar a ser una prioridad, pasaba por ser un positivo efecto colateral. Qué inocencia la mía.
Diversas inscripciones en Carreras Populares, cuyos precios oscilan entre los 10 y 20 euros aproximadamente cada una, indumentaria variada y a la moda a ser posible que dista de ser económica, zapatillas pronadoras supinadoras destrozapies que deberán ser corregidas con unas putas plantillas de 200 pavos por lo menos, y todo esto sin contar los 40 euritos que tienes que soltar por cada sesión del fisio para que te haga polvo tus doloridas pero musculadas piernas.
¿Barato??? ¿Remedio contra la crisis? ¿Qué ostias dice esta señora???
Añoranza siento yo por aquellos tiempos de gimnasio periférico, repleto de espíritus poseídos por la pachanga. Echo de menos aquellos cuerpos bailongos de poca monta cubiertos por antiestéticos tatuajes tribales, mancuerna en mano, snif.
Volviendo a la fulana, es evidente que esta buena señora no ha corrido en su vida, tal vez se haya apresurado en alguna rebajas de Vuitton o similares. Y qué decir de una Carrera Popular, me temo yo que lo único Popular que Pitita ha pisado en su vida está en la c/ Génova número 13.
Lo que hay que oír, señor.