
De nuevo, y en este mes tan primaveral, la carrera de la mujer. Y esta vez, como otros años, dedicada a la lucha contra el cáncer. El lema: "No correrás sola contra el cáncer". Pues eso, no correrás sola y nunca mejor dicho. 15.000 inscripciones femeninas más algunas "corredoras" con barba y pelo en pecho que pareciesen estar en la carrera del orgullo gay. Así que, medio Madrid de runneras y alrededores estuvimos "amontonadas" en El Retiro durante un trecho de unos 6 km. Todo un clásico.
Al salir de casa el día prometía ser lluvioso sin interrupción. Muchas veces creo que los milagros existen pues durante la carrera no cayó ni una misera gota (si exceptuamos las producidas por sudores varios y babeos incontrolados). Menos mal. Si la lluvia se hubiera sumado a la pereza del madrugón, mis ansias de triunfo se hubieran "diluido" en un charco.
A pesar de este "baño de multitudes" conocido por experiencias pasadas, Eva Whitetower y Pilar Whitetower (una servidora) se animaron a acudir al evento (Carmen, la Whitetower "más lista", se reservo para mejores ocasiones). La razón principal para asistir a esta cita es que se convertía en un entrenamiento "obligatorio" (más los ya pagados 6 € de la inscripción). Y, para nuestra sorpresa, vino a visitarnos Su Alteza Real la princesa de Asturias doña Leticia, quien, por supuesto, ni llevaba la camiseta azul azulete oficial de la carrera ni calzaba zapatillas de runnera.No se libró de nuestras más ácidas criticas como buenas Whitetower-porteras que somos cuando nos ponemos en nuestro papel de periodistas del "Dónde estas corazón". Lástima que no estuviesen Carmen Whitetower y la madre de las Whitetower para compartir esta experiencia mística. Hubiera tenido mucho más jugo el asunto. Así que, nuestra heredera al trono, nos saludo a la salida y entrego trofeo a la llegada a las corredoras más rápidas (hecho que siempre pasa en toda carrera del tipo que sea). Después, salió "escopeteada" de allí, rodeada de un enjambre de hombres de negro, a la cabeza de una caravana de coches oficiales también de negro.Todo un honor.
Y dejo los cotilleos de "revista rosa" y paso a los cotilleos de carrera que seguro son los que más os interesan, ¿o no?.
Así que, nos presentamos las dos hermanas "más solas que la una" y sin intendencia que nos acompañara (nada de cobertura fotográfica durante el recorrido, nada de sujetarnos mientras los múltiples objetos necesarios para seguir siendo nosotras mismas, vaselina para los labios, camiseta de repuesto, móvil para llamadas post-carrera, tabaco para las fumadoras, perdón). Poco estiramiento por la emoción del momento (muy mal), búsqueda de hueco libre entre tanta y tanta mujer, suelta de globos rosa (no podia ser de otra forma) y, por fin, pistoletazo de salida y comienzo de la carrera de obstáculos. Pudimos empezar a correr a eso de los 800 m, prácticamente ya fuera del recinto del Retiro y aproveché entonces para poner mi cronometro en marcha ( y asi no "engordar" mi tiempo final, que de ilusiones también se vive, eh!). Bajada por Menendez Pelayo con el freno de cientos de espaldas por delante y de grupos de "señoras de edad" a ritmo de "vamos a ver escaparates" muy propio para la ocasión. Y continuamente y durante todo el trayecto, la busqueda de los salvadores espacios laterales para salir huyendo de tanta barbarie, y los saltos y sobresaltos al subir y bajar a los mejores amigos de los corredores: los bordillos. Codazos varios y siempre a la altura de mis "pectorales" (tenia que haber tomado más leche de pequeña). Lo que hay que sufrir para llegar a la meta. Solo en la última y única cuesta de la meta me falta la respiración, producto de mis irregulares entrenamientos esta temporada.
Pero al final, siempre aparece la imagen de esos megaflotadores-porteria que anuncian la llegada y entonces las fuerzas renacen de nuevo y te abrazas a tu "partenaire" más contenta que unas castañuelas y, casi, casi, llorando de emoción. Fin de carrera y reparto de obsequios entre los que se encontraban unos esparragos tan gordos como morcillas (??),ofrecidos por un señor que estaba como un queso, todo hay que decirlo. Las malas artes publicitarias.
Y..ay, que tendrá esto del correr que cuando pasas por la meta te crees el ganador del oro olimpico y te colocas tu mismo la corona de laurel en la cabeza.
Un beso a todos. Hasta la próxima.