miércoles, 28 de enero de 2009

Cuestión de dinero,cuesta de enero



Leía recientemente en una de esas revistas para mujeres un artículo en el que una Pitita Ridruejo cualquiera repartía sabios consejos para paliar la crisis; véase entre otros, reducir el número de musts de la temporada por aquellos que sólo sean imprescindibles, eso sí, sin salir de Ortega y Gasset (la calle, evidentemente) o el Callejón de Jorge Juan. Olvídate de cerrar el grifo del agua cuando nos enjuagamos la boca al cepillarnos los dientes o aprovechar el pollo del cocido para reconvertirlo en croquetas.

A ésto lo llamo yo apego a la realidad.

Sin embargo, hubo un consejo que me llamó poderosamente la atención; Pitita recomendaba dejar el gimnasio fashion de Serrano y optar por el running para llegar a fin de mes, ya que se trata, según esta fulana, de un deporte sano y económico, fácil de practicar en cualquier lugar y ocasión. Basta un par de zapatillas, un parque cercano o el duro asfalto de la ciudad.

No pude evitar soltar una pequeña carcajada, pues si una de mis premisas iniciales para dedicarme al running fue una cuestión de peso, (a día de hoy pendiente de resolver, pero esto será otro desdichado capítulo), quizás la cuestión económica sin llegar a ser una prioridad, pasaba por ser un positivo efecto colateral. Qué inocencia la mía.

Diversas inscripciones en Carreras Populares, cuyos precios oscilan entre los 10 y 20 euros aproximadamente cada una, indumentaria variada y a la moda a ser posible que dista de ser económica, zapatillas pronadoras supinadoras destrozapies que deberán ser corregidas con unas putas plantillas de 200 pavos por lo menos, y todo esto sin contar los 40 euritos que tienes que soltar por cada sesión del fisio para que te haga polvo tus doloridas pero musculadas piernas.

¿Barato??? ¿Remedio contra la crisis? ¿Qué ostias dice esta señora???
Añoranza siento yo por aquellos tiempos de gimnasio periférico, repleto de espíritus poseídos por la pachanga. Echo de menos aquellos cuerpos bailongos de poca monta cubiertos por antiestéticos tatuajes tribales, mancuerna en mano, snif.

Volviendo a la fulana, es evidente que esta buena señora no ha corrido en su vida, tal vez se haya apresurado en alguna rebajas de Vuitton o similares. Y qué decir de una Carrera Popular, me temo yo que lo único Popular que Pitita ha pisado en su vida está en la c/ Génova número 13.

Lo que hay que oír, señor.

miércoles, 7 de enero de 2009

san sylvester


La calidad de las imágenes deja bastante que desear...


Estoy segura que este año mi horóscopo chino no es la oveja. Confío que sea un animal de naturaleza solitaria y ermitaña. Un oso hibernador, por ejemplo.

Empiezo el año cuestionando lo dicho en el anterior. Dejemos entonces Una vez al año no hace daño como el título de una película del landismo por lo menos, realizada en la Deep Spain.

Y es que no tengo muy claro si quiero otra vez que un gigantesco cabrero llamado San Sylvester me tenga en su redil. Tenemos un año por delante para dilucidar dicha cuestión. Pero me cuentan que este cabrero empezó con un par de ejemplares y gracias a su astucia y dotes comerciales consiguió el mayor rebaño de su comarca. El señor de las ovejas le llamaban.

Acudimos a la carrera el clan Whitetower al completo, al sumarse también el primogénito de la familia, Francisco, que respondió ante la tan animal llamada de la sangre. Otros también se sumaron ante tal congregación, Daniele, Fifi y David, siendo éste último el más experimentado, con 13 maratones acumuladas en sus piernas.


Una vez allí y mientras esperábamos pacientemente a que nos sacaran a pastar, a punto estuvimos de extraviar a una de los nuestras. Hubo que recurrir al alzamiento de Pilar y Eva a manos del resto del grupo. Nuestras torpes maniobras sosteniendo en volandas a nuestras vedettes particulares sirvieron para que pudiéramos localizar la plateada cabeza del mayor de los Whitetower. Tras estos breves y angustiosos momentos, se dió el pistoletazo de salida de una carrera atropellada, anárquica y caótica. A punto estuve de dejarme los piños clavados en el duro asfalto de la primera cuesta en Concha Espina, gracias también a la cantidad de basura y desperdicios arrojados al suelo. Ni que decir tiene que mis plegarias no fueron escuchadas, ya que pude de nuevo comprobar el hedor chotunesco de algunos de mis congéneres que pulularon a mi alrededor; a su favor mencionar también que el tejido de la camiseta color esperanza dejaba mucho que desear, siendo carne de cañón para la absorción de nuestros efluvios más desagradables.

Nuestro comando salió con la premisa de empezar y terminar todos juntos, luchando con la masa, acoplando nuestros diversos ritmos para que el grupo no se disolviera. Un comando rico en lesiones, amateurs y débiles entrenamientos. A los obstáculos obvios y lógicos de una carrera, es decir, miles de corredores desincronizados, hay que sumar bicivoladores e incluso patinadores maleducados que hicieron cabrear a todos los integrantes del comando.


Os aseguro que no hay más Whitetowers!!!


Con nuestras isotónicas en las manos


El mismo recorrido un año después, más animación, menos música de acompañamiento, y muchas más ovejas en el rebaño que impedían que nuestras piernas adoptaran su ritmo natural. Llegamos a Vallecas entre fuegos artificiales y con las manos entrelazadas, para poner la guinda al pastelón festivalero y deportivo que dejábamos atrás. Me sentí liberada al despegarme del grupo y de la masa, como oveja negra y solitaria que soy, con el sabor en los labios de una pegajosa bebida isotónica y muchas ganas de hincarle el diente al cordero.



Happy new year!